En algunas ocasiones, a mi hija le gusta arrullarse con el sonido de mi voz a la hora de dormir, razón por la cual utilizó algunos cuentos conocidos como la caperucita, los tres cerditos, Juan el bobo, Cenicienta etc.
Otras veces, me auxilio con algún audio libro, le canto canciones de cuna o canciones cristianas para ayudarle en su encuentro con ese mundo en el cual no me pertenece, en el cual, es solo ella, sus anhelos y un universo de fantasías que puede crear a través de los sueños.
Otras veces, me auxilio con algún audio libro, le canto canciones de cuna o canciones cristianas para ayudarle en su encuentro con ese mundo en el cual no me pertenece, en el cual, es solo ella, sus anhelos y un universo de fantasías que puede crear a través de los sueños.
Pero los cuentos que más disfruta, son los que haciendo uso de la imaginación, le narro con un color de voz único para cada personaje, goza y ríe con cada ocurrencia de una manera tal que me fascina, aunque casi siempre enfadamos a su mamá porque en vez de dormir termina charlando y comentando las andanzas de nuestros personajes imaginarios.
Dentro del universo de cuentos inventados, con el que más goza es con el de las aventuras de Reggie, un pobre palomo que quiso ser cantante, futbolista, corredor de autos y un sinfín de cosas más,las cuales utilizaba para distraerse de la tristeza que le causaba su incapacidad de volar.
Ayer, haciendo a un lado el cansancio y obviando el dolor que me podría provocar el acostarme a su lado por haber cenado poco tiempo antes, me dispuse a contarle otra aventura y robándole un poco la idea a uno de mis escritores favoritos, comencé mi relato un poco “Vernesco” (Verne):
"Esta historia mi princesa, tiene que ver con los cráteres de la luna y comienza así: Durante mucho tiempo, antes de que el hombre pudiera volar auxiliándose de máquinas voladoras, la curiosidad por lo que nos rodeaba era inmensa lo que facilitaba que el ingenio, la imaginación y la perseverancia fructificaran a cada instante dejándonos un legado de literatura, inventos, pinturas,esculturas y un sinfín de obras de arte que hoy día engalanan nuestros museos.
Pues bien, el hombre queriendo conocer las estrellas se centró en el estudio de la luna, nuestra roca hermana, y después de tantas cavilaciones y mucho seso puesto en remojo, decidieron enviar a alguien a la luna pero antes tenían que hacer muchas pruebas para establecer su viabilidad.
Pues bien, el hombre queriendo conocer las estrellas se centró en el estudio de la luna, nuestra roca hermana, y después de tantas cavilaciones y mucho seso puesto en remojo, decidieron enviar a alguien a la luna pero antes tenían que hacer muchas pruebas para establecer su viabilidad.
Después de exponer varios proyectos y rechazando la gran mayoría, se pensó en construir una honda o resortera gigante para enviar con mucha fuerza un hombre hasta la luna. Fue así que se pusieron a elaborar una honda con una banda de hule de dos kilómetros de largo por un kilómetro de ancho amarrada en dos enormes robles en “Y”.
Tomaron una gran “turunca” y la colocaron en la tira de cuero de la honda, harían el primer ensayo de su plan. Quinientos hombres se encargaron de halar la enorme roca con el hule hacia atrás,caminaron durante quince horas hasta alcanzar una distancia de siete kilómetros para estirar bien la resortera para que así la roca alcanzara la velocidad necesaria para volar hasta la luna.
Tomaron una gran “turunca” y la colocaron en la tira de cuero de la honda, harían el primer ensayo de su plan. Quinientos hombres se encargaron de halar la enorme roca con el hule hacia atrás,caminaron durante quince horas hasta alcanzar una distancia de siete kilómetros para estirar bien la resortera para que así la roca alcanzara la velocidad necesaria para volar hasta la luna.
A la cuenta de tres, todos soltaron la banda menos uno que por andar buscando un cacahuate que se le había caído, quedó frente a la roca. La roca salió disparada hacia los cielos con el hombre pegado a ella, sus cachetes galopaban como los de un buldog dejando ver en su dentadura hasta la muela del juicio.
Al salir de la estratosfera quedó encantado con la vista que le ofrecía tales alturas, te preguntarás María José ¿Cómo hizo aquel hombre para no volverse añicos con el choque con la luna? pero en el espacio las cosas pesadas se vuelven más livianas porque no hay fuerza de gravedad que las atraiga razón por la cual su descenso en la luna fue bastante tranquilo… Espera – consultó mi hija – tampoco hay oxígeno que respirar, ¿Cómo hizo para tener aire? – Ah bueno! – Comenté – Ellos no lo sabían en la tierra así que lo que el cerebro desconoce no lo conecta con el cuerpo dando algunas facultades especiales al cuerpo humano (un argumento bastante ilógico que mi hija dio por "válido" solo para seguir el hilo del cuento).
Ya en la luna, nuestro viajero se preocupó mucho pues no había nada que pudiera comer, abrumado, comenzó a hacer señales desesperadas agitando sus brazos como alas de pájaro para que sus colegas lo pudieran ver desde la Tierra. Los de abajo esperaron a que oscureciera bien para poder ver al hombre que se había ido a la luna, estaban eufóricos porque en su primer intento habían tenido éxito.
Pero había un problema, ellos podían ver al hombre de la luna con sus potentes telescopios más no podían oírle o comunicarse con él. No podrían saber nada de nuestro satélite a menos que él volviera de su aventura espacial y les contara sus andanzas.
Vieron las señales de su amigo en las cuales les decía que tenía hambre y sed mediante gestos y movimientos de sus manos. Para calmarlo, elaboraron una gran tira de papel de cinco kilómetros de alto por siete de largo y utilizando el tronco de una secuoya quemada como carbón para escribir y valiéndose de cien hombres para levantarlo, escribieron un mensaje para que su amigo lo viera y se calmara, le decían que pronto le traerían de regreso.
Al salir de la estratosfera quedó encantado con la vista que le ofrecía tales alturas, te preguntarás María José ¿Cómo hizo aquel hombre para no volverse añicos con el choque con la luna? pero en el espacio las cosas pesadas se vuelven más livianas porque no hay fuerza de gravedad que las atraiga razón por la cual su descenso en la luna fue bastante tranquilo… Espera – consultó mi hija – tampoco hay oxígeno que respirar, ¿Cómo hizo para tener aire? – Ah bueno! – Comenté – Ellos no lo sabían en la tierra así que lo que el cerebro desconoce no lo conecta con el cuerpo dando algunas facultades especiales al cuerpo humano (un argumento bastante ilógico que mi hija dio por "válido" solo para seguir el hilo del cuento).
Ya en la luna, nuestro viajero se preocupó mucho pues no había nada que pudiera comer, abrumado, comenzó a hacer señales desesperadas agitando sus brazos como alas de pájaro para que sus colegas lo pudieran ver desde la Tierra. Los de abajo esperaron a que oscureciera bien para poder ver al hombre que se había ido a la luna, estaban eufóricos porque en su primer intento habían tenido éxito.
Pero había un problema, ellos podían ver al hombre de la luna con sus potentes telescopios más no podían oírle o comunicarse con él. No podrían saber nada de nuestro satélite a menos que él volviera de su aventura espacial y les contara sus andanzas.
Vieron las señales de su amigo en las cuales les decía que tenía hambre y sed mediante gestos y movimientos de sus manos. Para calmarlo, elaboraron una gran tira de papel de cinco kilómetros de alto por siete de largo y utilizando el tronco de una secuoya quemada como carbón para escribir y valiéndose de cien hombres para levantarlo, escribieron un mensaje para que su amigo lo viera y se calmara, le decían que pronto le traerían de regreso.
Estuvieron durante casi diez horas pensando en ello hasta que a uno se le ocurrió usar el mismo procedimiento enviando a otro hombre hasta allá, todos levantaron la voz, dando grandes gritos censurando la estupidez de su colega pues como se le ocurría enviar a otra persona allá si la idea era traer de regreso al que ya tenían ahí. El, dándose aires de grandeza hizo callar a todos y expuso su plan: Enviarían muchos hombres al espacio y ya puestos en la luna, se subirían unos encima de los hombros de los otros hasta formar una gran cadena que por su longitud se entrelazaría con otra cadena humana que se crearía en la tierra.Todos aplaudieron la genial idea y le dieron palmadas en la espalda alabando su ingenio. Se pusieron manos a la obra y prepararon a los astronautas para la odisea. Como la cantidad de hombres para cubrir la distancia de 384,440 kms de la tierra a la luna era bastante considerable y no había tantos para cumplirla,decidieron llevar una enorme cantidad de soga para atar barcos, de esta manera, irían soltando a un hombre cada cuatro mil kilómetros hasta encontrarse con sus colegas en la tierra . La mañana del quinto día, comenzó la apedreada lunar jamás vista, cada quince horas salían cien turuncas hacia la luna y en cada una, un hombre pegado a ella. Trabajaron arduamente elaborando las resorteras pues la familia del desaparecido lunar estaba impaciente por verlo.
Una gran emoción arrastró a los dos que estaban en las puntas y se abrazaron fuertemente y apenas hecho esto, en la tierra comenzaron a halar la torre humana arrastrando de esta manera a los astronautas hacia la tierra, hacia el hogar. Cuando terminó la épica hazaña hubo baile, risas, música,cantos, comida, celebrando el retorno de todos con bien. El primer hombre que pisó la luna se refugió feliz en los brazos de su esposa mientras sus hijos reían.
Así concluyo mi historia, mi bella María José, es hora de dormir, podrás comprobar su “veracidad” si observas con atención la luna por las noches pues en ella quedaron el montón de turuncas enviadas y las huellas del choque de estas sobre su superficie… papá – me interrumpió mi hija - la luna está así por los impactos de meteoros sobre ella – jajajaja claro hija pero ¿Que seria del cuento sin un detalle fácilmente comprobable?
Dulces sueños mi princesa.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario